El ojo seco representa una de las principales causas de incomodidad y abandono en el uso de lentes de contacto (LC). A pesar de los avances tecnológicos en materiales y diseños, si no se realiza una evaluación exhaustiva del estado lagrimal y de la superficie ocular, la adaptación puede fracasar. Así lo señaló la Lic. en Optometría Jeannine Hernández en entrevista con el Dr. Guillermo Carrillo de IACLE subrayando la necesidad de integrar protocolos clínicos completos y actualizados en la consulta diaria.
Comprender la unidad funcional lagrimal
El abordaje clínico del ojo seco comienza con una comprensión integral de la unidad funcional lagrimal, que incluye córnea, conjuntiva, glándulas lagrimales principales y accesorias, párpados, pestañas e inervación sensorial. Este sistema interdependiente regula la estabilidad de la película lagrimal y protege la superficie ocular.
Actualmente, la concepción clásica de la película lagrimal, como tres capas diferenciadas, ha evolucionado hacia un modelo más funcional, compuesto por una capa lipídica superficial y una fase mucoacuosa combinada. Este nuevo entendimiento ha sido impulsado por el Tear Film and Ocular Surface Society (TFOS), que establece los estándares internacionales en la clasificación y diagnóstico del ojo seco.
Tipos de ojo seco y su impacto en usuarios de LC
El ojo seco se clasifica hoy en tres grandes categorías: evaporativo, acuoso deficiente y mixto. En el contexto del uso de LC, la mayoría de los casos se ubican en el ojo seco evaporativo, especialmente por disfunción de glándulas de Meibomio (MGD), deficiencia mucínica o alteraciones en el parpadeo.
El lente de contacto divide físicamente la película lagrimal en dos: una capa pre-lente y otra post-lente. Esta separación altera la dinámica natural de la lágrima y puede intensificar la evaporación, especialmente en entornos con baja humedad, uso prolongado de pantallas o tras el uso continuado de mascarilla, como ocurrió durante la pandemia. “El uso extendido del tapabocas ha incrementado la incidencia de ojo seco, incluso en usuarios de LC de larga data”, señaló la especialista.
En el caso de pacientes con diabetes mellitus tipo 2, es común encontrar presentaciones mixtas, con compromiso tanto de la producción como de la estabilidad lagrimal.
Evaluación clínica exhaustiva: clave para el éxito
Para lograr una adaptación exitosa y sostenida, la evaluación del ojo seco en usuarios de LC debe ser rigurosa y protocolizada. La Dra. Hernández propone integrar herramientas objetivas y validadas, como el Ocular Surface Disease Index (OSDI), un cuestionario de autodiagnóstico útil para establecer niveles de severidad.
Además, se recomienda combinar pruebas clínicas fundamentales:
- Test de Schirmer y Rojo Fenol para evaluar la porción acuosa.
- TBUT (Tiempo de ruptura lagrimal) para valorar estabilidad de la capa lipídica.
- Tinciones vitales (fluoresceína, verde de lisamina o rosa de Bengala) para detectar daño epitelial y deficiencia mucínica.
- Meibografía, una herramienta cada vez más accesible, permite observar la integridad estructural de las glándulas de Meibomio.
- Osmolaridad lagrimal, que ayuda a identificar hiperosmolaridad como marcador de inflamación crónica.
Un ejemplo clínico: meibografía en la toma de decisiones
Durante la entrevista, se presentó el caso de una paciente con intolerancia severa al LC, cuya meibografía reveló una pérdida glandular superior al 50% (grado 3). “Ese ojo izquierdo ya no toleraba el lente, y fue necesario indicarle el uso exclusivo de lentes de armazón”, comentó la Dra. Hernández. Este tipo de evaluación permite anticipar fracasos de adaptación y justificar decisiones clínicas con evidencia objetiva.
Diálogo con el paciente y adaptación basada en evidencia
La especialista enfatiza que una correcta historia clínica y el diálogo con el paciente son esenciales para detectar factores sistémicos o farmacológicos que afectan la superficie ocular. “Ese paciente que parecía fácil, el miope -1, puede terminar siendo el más complicado si no evaluamos bien desde el principio”, advirtió.
Adaptar la conducta clínica a los hallazgos permite ofrecer soluciones efectivas desde el inicio. Por ejemplo, en presencia de alteraciones significativas, el uso de lentes desechables diarios puede ser la mejor opción. Esto evita procesos de prueba y error que desgastan la relación profesional-paciente y afectan la credibilidad del optometrista.
Una oportunidad clínica y académica
Además del impacto en la práctica clínica diaria, la entrevistada resaltó la necesidad de fortalecer la investigación en Latinoamérica. A nivel regional existe escasa literatura sobre el ojo seco en usuarios de LC, pese a su alta prevalencia. Iniciativas como las del Politécnico Nacional de México, que desarrolla estudios en biología molecular de la superficie ocular, marcan un camino para ampliar el conocimiento desde una perspectiva latinoamericana.
Conclusión
El manejo exitoso del ojo seco en usuarios de lentes de contacto exige más que intuición clínica. Implica aplicar criterios diagnósticos actualizados, integrar herramientas objetivas y educar al paciente sobre la importancia de una evaluación completa. Esta estrategia no solo mejora la adherencia al tratamiento y la satisfacción visual, sino que posiciona al profesional como un referente en salud ocular personalizada.
Nota de la redacción:
Aunque en esta entrevista no se abordó el uso de lentes esclerales, desde Franja Visual consideramos relevante recordar que estos dispositivos representan una alternativa valiosa para pacientes con ojo seco severo o compromiso avanzado de la superficie ocular. Gracias a su diseño de gran diámetro y a la cámara de líquido entre el lente y la córnea, los lentes esclerales ofrecen protección mecánica, hidratación constante y una superficie óptica regular. Son especialmente útiles en casos refractarios, en usuarios con queratopatías severas, enfermedad injerto contra huésped o disfunción glandular grave. Su indicación debe estar sustentada en una evaluación especializada y una adaptación cuidadosa, pero pueden marcar una diferencia significativa en calidad visual y confort para ciertos perfiles de paciente.
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