Durante el programa Tallando Conceptos, en el episodio titulado “Diferenciación a nivel nanométrico: Cómo el hidrofóbico impulsa la experiencia del usuario”, Tomáz Carvalho y la Dra. Florencia Zacareli analizaron el rol estratégico de los tratamientos superhidrofóbicos en lentes oftálmicos, una tecnología que impacta directamente la experiencia del usuario final y que, lejos de ser un “commodity”, representa un diferenciador clave en el mercado óptico.


Más allá de repeler agua
Los recubrimientos hidrofóbicos, y particularmente los superhidrofóbicos, constituyen la capa final aplicada sobre los lentes, encargada de repeler polvo, grasa, huellas digitales y gotas de agua. Pero su importancia va mucho más allá: estos tratamientos aseguran la protección de las capas subyacentes, prolongan la vida útil del producto y mejoran significativamente la comodidad de uso.
La molécula clave: flúor y anclaje sobre SiO2
Según explicó la Dra. Zacareli, la molécula hidrofóbica contiene flúor, responsable de su capacidad de repeler agua, aceite y resistir altas temperaturas. Esta molécula se ancla químicamente sobre una capa de dióxido de silicio (SiO2), que debe ser lo suficientemente espesa (idealmente entre 50 y 100 nanómetros) para garantizar la adherencia adecuada.
Cuando este anclaje no se realiza correctamente, el recubrimiento se desprende fácilmente, afectando la durabilidad del tratamiento y la satisfacción del usuario.
Hidrofobicidad y oleofobicidad: dos propiedades complementarias
El ángulo de contacto con el agua es el parámetro técnico más utilizado para medir la hidrofobicidad. Mientras que un tratamiento hidrofóbico estándar tiene un ángulo cercano a los 100°, los superhidrofóbicos superan los 110°, lo cual también suele correlacionarse con una buena oleofobicidad (resistencia a aceites y huellas).
Durabilidad comprobada: hasta 2 años de uso
Contrario a la creencia de que los recubrimientos antirreflejo pierden efectividad en pocos meses, los hidrofóbicos de alta calidad pueden resistir hasta 6400 ciclos de fricción en pruebas de laboratorio, equivalentes a dos años de uso normal. La prueba de “cinta adhesiva” es una validación empírica adicional para verificar su correcta aplicación.
Impacto directo en el usuario final
Las propiedades autolimpiantes, la suavidad al tacto y la menor necesidad de mantenimiento hacen de estos tratamientos una mejora tangible para el usuario. Al reducir la fricción superficial, las lentes resultan más cómodas y duraderas. Además, la capacidad de repeler también grasa mejora la visibilidad y la estética.
No todos los recubrimientos son iguales
La calidad del recubrimiento depende de dos factores principales: la composición molecular del tratamiento y la calidad del anclaje al SiO2. Esto explica por qué hay diferencias sustanciales entre productos de distintos fabricantes, tanto en prestaciones como en durabilidad.
Estrategia de valor para el laboratorio y la óptica
Educar a los profesionales de laboratorio y asesores de óptica sobre estos aspectos técnicos permite justificar el precio de los tratamientos premium. Invertir en hidrofóbicos de alto rendimiento no solo mejora el producto final, sino que también eleva la percepción de valor por parte del cliente.
Conclusión
Los recubrimientos superhidrofóbicos representan una herramienta clave de diferenciación a nivel nanométrico en la industria óptica. No se trata solo de repeler el agua, sino de ofrecer una experiencia superior en limpieza, comodidad y durabilidad. Comprender y comunicar estas ventajas permite a laboratorios y ópticas posicionarse con éxito en un mercado cada vez más competitivo.
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