
Tomaz Carvalho

Roger Castroverde
En los laboratorios ópticos, el mantenimiento de los equipos suele generar un dilema común: ¿debe considerarse un costo operativo o una inversión estratégica? Esta pregunta fue el punto de partida de una conversación entre Tomaz Carvalho, uno de los directores del programa Tallando Conceptos y Roger Castroverde, del laboratorio Optilab en Panamá, ambos expertos con amplia trayectoria en el sector. A lo largo del diálogo coincidieron en que la forma como se aborda el mantenimiento impacta directamente en la calidad del producto final, la eficiencia operativa y la sostenibilidad del negocio.
Más allá de una obligación: el mantenimiento como estrategia
Para muchos responsables de laboratorio, el mantenimiento todavía se percibe como un gasto que se posterga hasta que una máquina falla. Esta lógica reactiva da lugar a interrupciones en la producción, altos costos correctivos y pérdida de calidad. Por el contrario, asumir el mantenimiento como inversión permite extender la vida útil de los equipos, mantener estándares técnicos y reducir riesgos operativos.
“Si tu equipo funciona bien, vas a tener lo que todo dueño de empresa quiere: beneficios. Pero para que eso ocurra, necesitas cuidarlo desde el primer día”, afirmó Roger.
Mantenimiento preventivo vs. correctivo: prevenir es ahorrar
Aunque el mantenimiento correctivo es inevitable en algún momento, su frecuencia y gravedad pueden reducirse con acciones preventivas. Algunos de los indicadores clave para anticiparse a los fallos incluyen horas de producción, temperatura creciente de componentes, ruidos anómalos, cambios en la vibración y alertas generadas por los sensores del propio equipo. En Optilab, por ejemplo, se toma como referencia la cantidad de lentes procesados para programar las intervenciones técnicas.
La observación cuidadosa por parte del operador también juega un rol esencial: “la máquina tiene su propio idioma, y el operador es quien mejor lo entiende”, destacaron.
Planificación inteligente: minimizar el impacto sin detener el ritmo
Uno de los desafíos del mantenimiento es su impacto en la continuidad operativa. Para reducirlo, se sugieren estrategias como adelantar turnos para compensar los tiempos de parada, programar intervenciones en fines de semana o dividir el mantenimiento por etapas. También se recomienda incluir tiempos de amortiguación mayores a los estimados y prever tareas en días hábiles por si se requiere apoyo externo.
Con una planificación adecuada, el mantenimiento deja de ser una interrupción y se convierte en parte del proceso productivo.
Autonomía técnica: capacitar para no depender
Contar con técnicos internos formados en mantenimiento es una de las decisiones más estratégicas que puede tomar un laboratorio. Roger compartió cómo, gracias a la confianza de su jefe, pudo familiarizarse con los manuales, entender los diagramas, observar intervenciones de proveedores y asumir la responsabilidad del cuidado técnico. Esta autonomía reduce la dependencia de terceros y permite actuar con rapidez ante fallas.
Además, se enfatizó la importancia de capacitar también a los operadores, no para que reparen, sino para que reconozcan señales de alerta y comuniquen a tiempo cualquier anomalía.
Repuestos: decisiones técnicas, no solo económicas
El uso de repuestos originales o genéricos debe evaluarse con criterio técnico. Algunos elementos —como botoneras, válvulas o filtros neumáticos— pueden reemplazarse con versiones compatibles de buena calidad. Sin embargo, hay piezas donde el uso de repuestos genéricos representa un riesgo: herramientas de calibración imprecisas, filtros defectuosos o fresas de baja calidad pueden afectar la máquina y la calidad del lente.
El consejo general es claro: investigar, comparar, consultar y desconfiar de precios excesivamente bajos. En algunos casos, el repuesto original sigue siendo la mejor opción.
Liderazgo técnico: la inversión empieza por las personas
Más allá de los equipos, lo que marca la diferencia en el mantenimiento es la visión del líder del laboratorio. Apostar por la formación técnica, confiar en el personal, promover el aprendizaje constante y fomentar la independencia operativa son decisiones que protegen el patrimonio y fortalecen el servicio.
“Si cuidas tu casa, te va a durar una década; si no la cuidas, no te dura nada. Lo mismo pasa con los equipos”, concluyó Roger.




