HomeLentesRecubrimientos: el eslabón crítico para la calidad en lentes oftálmicos

Recubrimientos: el eslabón crítico para la calidad en lentes oftálmicos

En el complejo proceso de producción de lentes oftálmicos, el recubrimiento —también conocido como laca o coating— representa un paso determinante. Si bien a menudo se le considera como una capa adicional para proteger o embellecer el lente, su correcta aplicación es esencial para garantizar durabilidad, desempeño óptico y compatibilidad con otros tratamientos, como el antirreflejo. Así lo explicó Diego Jiménez, director de ventas de Coburn Technologies, durante una conversación enfocada en los parámetros clave para evaluar y controlar la calidad de este proceso.

“Un recubrimiento es una capa protectora que se aplica al lente con la finalidad de mejorar su durabilidad y resistencia, y optimizar su desempeño óptico”, señala Jiménez. Sin embargo, su función va mucho más allá de lo superficial. Se trata de un proceso intermedio entre el pulido y el antirreflejo, por lo que cualquier error puede comprometer etapas previas o posteriores.

Uno de los errores frecuentes en los laboratorios es utilizar el recubrimiento para corregir imperfecciones del pulido, lo cual genera una película más gruesa que afecta la adherencia del antirreflejo. “Pensamos que una laca buena es la que tapa defectos, y no va por ahí el tema. Si se espesa la película para rellenar rayas, se compromete todo el proceso”, advierte.

DIP vs SPIN: dos métodos, distintos enfoques

Jiménez explicó las diferencias entre los métodos más comunes de aplicación: DIP (inmersión) y SPIN (centrifugado). Mientras el primero permite mayor dureza y una capa homogénea por ambas caras, requiere instalaciones especializadas, manejo cuidadoso de solventes y un control más estricto. Por ello, está más orientado a laboratorios de alta producción.

El método SPIN, por otro lado, es más común en Latinoamérica, donde la mayoría de laboratorios no superan los 200 lentes diarios. “El SPIN permite mayor control individual y facilita la automatización del proceso. Además, al no usar solventes, su manipulación es más sencilla”, comenta.

Cinco factores críticos para evaluar la calidad del recubrimiento

A lo largo de la entrevista, Jiménez detalló los cinco factores que permiten calificar si un recubrimiento es bueno:

1. Dureza: Medida mediante pruebas como el test de Bayer, indica la resistencia al rayado. En general, los valores del método DIP superan los obtenidos por SPIN.

2. Adherencia: Se refiere a qué tan bien se adhiere la laca a distintos materiales. “Cada sustrato tiene su comportamiento, por eso es clave adaptar recetas por material”, señala Jiménez, quien también destaca el uso de recetas divididas por tiempos de curado para evitar deformaciones.

3. Tintabilidad: El recubrimiento debe permitir una absorción uniforme del tinte, sin decoloración ni pérdida de transmisibilidad. El reto, según Jiménez, es lograr tintabilidad sin sacrificar dureza.

4. Compatibilidad con antirreflejo: La laca actúa como base para el tratamiento AR, por lo que debe tener un espesor controlado (entre 4.5 y 5.5 micrones) y un curado óptimo. Si no se cumplen estas condiciones, el antirreflejo puede craquelarse y fallar.

5. Claridad óptica: Un buen recubrimiento debe mantener la transparencia del lente sin añadir tonos o distorsiones. “Lo que uno quiere es tener un índice de refracción muy similar al del sustrato para que no haya distorsión ni pérdida de transmisibilidad”, aclara.

Condiciones ambientales, mantenimiento y tecnología

Más allá de la elección del coating, el entorno y el mantenimiento inciden directamente en su desempeño. Jiménez recomendó prestar especial atención al lavado previo del lente, el almacenamiento de la laca (evitar humedad), y el estado de las lámparas de curado. “A veces creemos que la lámpara sigue funcionando porque seca, pero su potencia puede estar por debajo de lo necesario. Esto solo se detecta con radiómetros que miden la incandescencia”, explicó.

Con la evolución tecnológica, muchos de estos procesos ya pueden ser automatizados y monitoreados, lo que reduce el margen de error y eleva la calidad final del producto. “El recubrimiento no es solo un paso más: es un punto crítico que puede elevar o derrumbar todo el proceso de fabricación de un lente”, concluye.


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