En la actualidad, la educación en lentes de contacto (LC) enfrenta un reto esencial: lograr que las decisiones clínicas se apoyen en evidencia científica sólida y no únicamente en la experiencia acumulada o en la formación tradicional. Así lo planteó Guillermo Carrillo, BOptom, MEp, FIACLE, en un reciente programa de IACLE, especializado en contactología, centrado en promover una práctica profesional sustentada en conocimiento validado y actualizado.
Para Carrillo: “la práctica basada en evidencia no busca reemplazar la experiencia del clínico, sino fortalecerla. En un campo donde la innovación avanza rápidamente —nuevos materiales, tecnologías de superficie y estrategias de control de miopía—, el profesional debe aprender a filtrar información, analizarla críticamente y aplicarla en beneficio del paciente”.
Astigmatismo: entre la costumbre y la ciencia
Uno de los ejemplos más ilustrativos fue el manejo del astigmatismo, una condición presente en cerca del 45 % de los candidatos a lentes de contacto. A pesar de esta alta prevalencia, muchos pacientes aún reciben adaptaciones con equivalentes esféricos en lugar de lentes tóricos, una práctica que puede reducir la calidad visual y generar insatisfacción.
La evidencia científica demuestra que los pacientes adaptados con equivalentes esféricos experimentan hasta seis veces más insatisfacción en estabilidad y confort y 3,5 veces más insatisfacción en calidad de visión que quienes utilizan una corrección tórica completa.
El error radica en confundir una solución rápida con una corrección precisa. Aunque el equivalente esférico puede mejorar la agudeza visual medida, mantiene un astigmatismo residual que deteriora la sensibilidad al contraste y, por tanto, la calidad de visión funcional. “La práctica clínica debe avanzar hacia decisiones guiadas por evidencia, no por conveniencia”, puntualizó el expositor.
Jerarquía del conocimiento y pensamiento crítico
El programa también abordó la necesidad de comprender la jerarquía de la evidencia científica, una herramienta que ayuda a distinguir entre observaciones clínicas aisladas y conclusiones respaldadas por múltiples estudios.
En la base de esta pirámide se ubican los reportes de caso y las series clínicas; en el vértice, las revisiones sistemáticas y metaanálisis, que analizan y comparan resultados de diversos estudios para ofrecer conclusiones más confiables. En los últimos años, se ha registrado un aumento notable de estos trabajos, lo que facilita el acceso a información consolidada y de alto valor clínico.
Sin embargo, el volumen de publicaciones —más de 600 artículos anuales solo en PubMed bajo el término contact lenses— obliga al profesional a desarrollar pensamiento crítico. Saber leer, cuestionar y sintetizar la información se convierte en una competencia tan relevante como dominar la técnica de adaptación.
Fuentes de información: del rigor científico a las redes sociales
Carrillo advirtió sobre la creciente brecha entre las fuentes que consultan los profesionales y las que influyen en los pacientes. Mientras los primeros acceden a journals científicos y artículos revisados por pares, muchos pacientes basan sus decisiones en contenidos de YouTube, Instagram o TikTok, donde predominan las experiencias personales o recomendaciones sin sustento clínico.
Ante esto, el especialista destacó el rol educativo del clínico: no basta con contradecir la desinformación, sino que es necesario guiar al paciente con argumentos sustentados en evidencia, traduciendo la ciencia a un lenguaje comprensible que refuerce la confianza y la adherencia al tratamiento.
Recursos de referencia para la práctica clínica
El Dr. Carrillo destacó varias fuentes y organizaciones que promueven una práctica basada en evidencia y ofrecen materiales accesibles para la actualización continua:
- IACLE (International Association of Contact Lens Educators): publica mensualmente los Research Updates, con los hallazgos más relevantes del mes.
- TFOS (Tear Film & Ocular Surface Society): responsable del reporte DEWS sobre ojo seco y del informe 2023 sobre estilo de vida y superficie ocular.
- BCLA (British Contact Lens Association): compiló los reportes CLEAR (Contact Lens Evidence-based Academic Reports), una de las referencias más completas sobre adaptación de lentes de contacto.
- IMI (International Myopia Institute): sus White Papers sobre control de miopía, disponibles en varios idiomas, representan un estándar global en educación científica.
Estos recursos, junto con los videos explicativos y materiales educativos disponibles en línea, facilitan la incorporación del conocimiento más reciente en la práctica diaria.
Formación continua: de la información al conocimiento aplicable
Frente al exceso de publicaciones, el programa propuso estrategias prácticas para consolidar el aprendizaje:
- Enfoque temático: acotar las búsquedas a tópicos específicos, como lentes blandos para control de miopía o manejo del ojo seco.
- Lectura crítica y debate: discutir artículos con colegas o estudiantes fomenta la comprensión profunda y la identificación de sesgos.
- Síntesis visual: convertir los hallazgos en infografías o esquemas favorece la retención y la aplicación clínica.
De esta manera, el conocimiento deja de ser acumulativo y se convierte en una herramienta activa de análisis y decisión.
Conclusión: el conocimiento como poder clínico
Citando la célebre frase de Francis Bacon —“Ipsa scientia potestas est” (“El conocimiento en sí mismo es poder”)—, el programa concluyó que el dominio del conocimiento científico es la principal herramienta del profesional de la salud visual.
Una práctica informada no solo mejora los resultados de adaptación, sino que también refuerza la credibilidad del especialista frente a un entorno saturado de información superficial. La educación basada en la evidencia consolida el prestigio de la contactología como disciplina científica y reafirma que el verdadero poder del clínico reside en su capacidad para transformar información en decisiones que beneficien la visión y la calidad de vida del paciente.
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