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EFECTO DE LA LUZ


• Cristina Bonnin-Arias • Sara Gutiérrez-Jorrín • Xabier Rodríguez-Alonso • Celia Sánchez-Ramos

 

 

Como se ha explicado en capítulos anteriores, la azul comprende la radiación luminosa entre 380 y 500 nm y constituye la banda más energética del espectro visible. La luz azul, además de ser emitida por el sol con altas intensidades, es la base de la luz LED emitida por las pantallas de todo tipo de dispositivos electrónicos utilizados actualmente (smartphones, tablets, ordenadores…). Esta iluminación LED fomenta el cansancio visual, dificultando la visión, produciendo resequedad en los ojos y dolores de cabeza, llegando, incluso, a alterar los ciclos circadianos. Además, numerosas investigaciones han demostrado que, dentro del espectro visible, la luz azul es la más dañina para la retina, pudiendo desembocar, finalmente, en una degeneración macular precoz. Ante la incidencia de esta radiación, el sistema visual se defiende de forma fisiológica de la luz azul mediante tres mecanismos:

• El amarilleamiento del cristalino: durante los primeros años de vida el cristalino es transparente, produciéndose, con el paso del tiempo, un aumento en la concentración de cromóforos amarillos debido a la absorción de luz violeta y azul y, por tanto, una mayor opacificación del mismo teniendo como función la absorción de longitudes de onda corta.

• El pigmento macular amarillo, compuesto principalmente por luteína mesozeaxantina y zeaxantina, antioxidantes que recubren la mácula y la protegen de la luz violeta y azul.

• Ausencia de fotorreceptores sensibles al azul en la zona más perfecta de la retina, evitando así una pérdida en la zona central de visión. Sin embargo, debido al actual estilo de vida, en el que una buena parte del día las personas están expuestas a dispositivos digitales, estos tres mecanismos fisiológicos no aportan la suficiente protección a sus ojos. Es por esto por lo que, en los últimos años, muchos estudios experimentales han buscado mitigar este efecto en el tejido retiniano mediante filtros protectores tanto físicos como de software.


FILTROS FÍSICOS  
Dentro de los filtros físicos, el bloqueo selectivo de la luz azul puede realizarse mediante absorción o bien mediante reflexión. Entre los filtros de absorción se distinguen dos tipos. Por un lado, los filtros de protección solar los cuales deben absorber, además de las longitudes de onda corta del espectro visible (luz azul), el resto de las bandas de luz visible y el ultravioleta (lentes Transitions).

Por otro lado, están los filtros de protección LED, los cuales poseen pigmentos amarillos cuya función es la absorción específica de la radiación de longitud de onda corta. Estos filtros de absorción se pueden encontrar en lentes oftálmicas, lentes de contacto o filtros que se adhieren directamente a las pantallas de los dispositivos digitales. Además, lentes intraoculares amarillas que imitan la función fisiológica de los cromóforos del cristalino disminuyendo la cantidad de luz azul que llega a retina, tras la cirugía de cataratas. Los filtros protectores basados en la reflexión de la luz poseen una multicapa reflectora que evita que la luz de la zona del espectro seleccionada atraviese la superficie de la lente. La aplicación de este tipo de filtros es más limitada y solamente se utilizan en lentes oftálmicas para gafas, incluidas las lentes de protección solar.


APLICACIONES DIGITALES
Entre los sistemas de protección para pantallas se encuentran las aplicaciones que reducen la cantidad de luz azul que llega a los ojos. Estas apps no se basan en un filtrado, como las expuestas anteriormente, sino que cambian el output de color de los píxeles de la pantalla, llevándolos hacia colores más cálidos (amarillo, naranja, rojo, marrón…). El blanco y el azul son los más afectados ya que los píxeles que muestran estos colores emiten la mayor intensidad de luz azul.
Existen dos sistemas de alteración del color para estas aplicaciones, uno de ellos se basa en la superposición de un color cálido sobre la emisión estándar.

El segundo sistema, de transformación del color, actúa directamente sobre la manera en que el dispositivo genera los colores, permitiendo una mayor protección retiniana, además de una mayor sensación de contraste en comparación con el sistema de superposición.
En conclusión, teniendo en cuenta la energía que transporta la radiación visible de longitud de onda corta -la luz azul- y el aumento exponencial de la exposición a esta radiación que proviene tanto del sol como de los LEDs (iluminación ambiente y pantallas de los dispositivos digitales), y conociendo los efectos acumulativos sobre el tejido humano y los riesgos potenciales para la retina que esto conlleva, los mecanismos naturales de protección frente a esta luz se vuelven insuficientes, por lo que es necesario aplicar diferentes sistemas de protección externos que imiten su funcionamiento y resguarden de las agresiones ambientales a nuestro sistema visual. Afortunadamente se ha identificado la banda (luz azul) que daña las estructuras oculares y el sol es el más grande emisor de luz azul. Se han ideado elementos proyectores disponibles en ópticas para disminuir el efecto dañino de la luz azul de LEDs y del sol.
Entre ellos destacan lentes Transitions, que tienen en su tecnología la protección a la luz azul dañina. Los ojos son para toda la vida, ¡cuidémoslos!

 

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