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Inteligencia artificial en la óptica: optimizando negocios y mejorando la práctica clínica

La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una tecnología del futuro para convertirse en una herramienta transversal que transforma industrias en tiempo real, es por eso, que, en el sector de la salud visual, su adopción representa una oportunidad sin precedentes para mejorar tanto la gestión del negocio como la calidad de la atención clínica.

Ópticos, optómetras y empresarios del sector suelen estar inmersos en múltiples responsabilidades que van desde la atención de pacientes hasta las tareas administrativas y comerciales. En ese contexto, la IA se presenta como un recurso clave para optimizar procesos, generar nuevos negocios y ganar tiempo, democratizando así su acceso y beneficios para profesionales de todo tipo.

Es así, como en el ámbito comercial, la IA está transformando la manera en que se diseñan e implementan las estrategias de marketing digital, ya que su principal ventaja radica en la automatización inteligente de procesos que normalmente requieren tiempo y experiencia, pudiendo identificar públicos objetivos, sugerir mensajes adecuados y recomendar las plataformas más efectivas para conectar con los pacientes ideales, eliminando sesgos personales y enfocándose en datos reales.

Sumado a esto, permite construir embudos de conversión eficientes, diseñar contenido visual como imágenes o videos, y automatizar el seguimiento postventa para fomentar la recompra y la fidelización. De esta manera, no solo se llena la agenda de manera responsable, sino que se mejora la experiencia general del paciente o cliente.

Sin embargo, aunque las aplicaciones clínicas aún están en evolución, los avances son prometedores.

Algunos profesionales ya experimentan con el uso de IA para analizar imágenes médicas y obtener un prediagnóstico preliminar. Por ejemplo, es posible subir un TAC o una imagen de fondo de ojo a un modelo de IA, darle contexto clínico, y recibir una descripción inicial que sirva de base para un análisis más profundo.

Mediante prompts adecuados, el profesional puede asignarle a la IA un rol específico —como especialista clínico— y solicitar explicaciones, hipótesis o recomendaciones. Este proceso se enriquece si se restringe el análisis a bibliografía científica previamente cargada en la herramienta, asegurando mayor precisión y confiabilidad en los conceptos.

Lejos de sustituir al profesional, la IA actúa como un complemento que amplía la perspectiva clínica y acelera la toma de decisiones, convirtiéndose en una especie de junta médica permanente que cruza información, analiza escenarios y ayuda a contemplar ángulos que podrían pasar desapercibidos.

Ahora bien, la clave para obtener buenos resultados con inteligencia artificial es saber comunicarse con ella. El lenguaje común no es suficiente: se requiere un prompt bien diseñado, que incluya elementos como el rol asignado a la IA, el objetivo de la tarea, el contexto clínico o comercial, el entregable esperado y las restricciones del resultado.

Por ejemplo, un profesional puede solicitar: “Actúa como diseñador gráfico. Crea una imagen para Instagram que promocione una campaña de salud visual para mayores de 50 años. Usa tonos cálidos, incluye un llamado a la acción claro y adapta el contenido a formato cuadrado”.

La primera respuesta de la IA no siempre será perfecta, pero su gran ventaja radica en la posibilidad de iterar rápidamente, ajustando la instrucción hasta obtener el resultado ideal. Esto reduce tiempos y costos en comparación con los métodos tradicionales de producción de contenido.

Herramientas y accesibilidad: ¿por dónde empezar?

Existen diferentes modelos de IA según el tipo de contenido. Para texto, destacan ChatGPT, Claude y Perplexity; para imágenes y videos, herramientas como Leonardo, DALL·E y Freepik ofrecen múltiples posibilidades. Muchos de estos servicios operan bajo un modelo gratuito, lo que permite comenzar sin inversión, y luego decidir si vale la pena pagar por funciones premium.

Los profesionales suelen optar por un enfoque mixto: combinar varias herramientas gratuitas, pagar solo por una o dos clave, y adaptar su uso según necesidades específicas. Lo importante no es tener todas las aplicaciones, sino usar inteligentemente las que aporten valor.

Ética, evolución y sostenibilidad

La implementación de IA también conlleva responsabilidades. Cargar información sensible en estas plataformas plantea retos en materia de confidencialidad y ética. Aunque muchas herramientas ofrecen protocolos de privacidad, la responsabilidad final recae en el usuario, quien debe validar las fuentes y asumir un compromiso ético en su uso.

Además, el desarrollo de la IA tiene un costo ambiental: el alto consumo energético de los servidores es un desafío global, en paralelo, la rápida evolución tecnológica exige que los profesionales se mantengan actualizados y que los modelos educativos incorporen esta realidad en su formación.

Es así, como la inteligencia artificial no constituye una amenaza, sino una herramienta estratégica que, bien utilizada, puede potenciar la labor de los profesionales de la salud visual, ya sea para atraer pacientes, mejorar el servicio, acelerar diagnósticos o crear contenido, su implementación responsable abre un nuevo horizonte de eficiencia y crecimiento.

Sin embargo, el reto actual es doble: aprender a usarla con criterio y mantener una visión crítica y ética sobre sus resultados. Iniciativas como Human House trabajan precisamente en este enfoque: democratizar la IA y ponerla al servicio de quienes, con creatividad y propósito, desean transformar su práctica profesional.

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