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La calidad en el laboratorio óptico: una cultura de excelencia

En el competitivo escenario de la óptica latinoamericana, la calidad se consolida como el verdadero factor diferenciador. Así lo plantearon en el programa Tallando Conceptos Luis Puente, director del programa y Pablo Olhaberry, de Rodenstock, quienes sostienen que la calidad no debe entenderse solo como una característica del producto final, sino como una cultura integral que atraviesa cada etapa del proceso y define la identidad de un laboratorio.

“La calidad no se improvisa: debe construirse desde adentro, con procesos estandarizados, materiales certificados y un equipo comprometido con la excelencia”, afirma Olhaberry.

Redefiniendo la calidad

En la industria óptica moderna, la calidad se ha transformado en un ecosistema. Incluye desde los procesos internos y los servicios hasta la selección de proveedores y la capacitación continua del personal. Según Olhaberry, “no se trata solo de fabricar un buen lente, sino de construir una cultura de excelencia”.

Esta visión responde a un contexto de cambios globales. Los consumidores están cada vez más informados, las ópticas se profesionalizan y las necesidades visuales aumentan en complejidad. Factores como el envejecimiento poblacional y el crecimiento de la miopía impulsan la demanda de lentes de alta precisión, exigiendo estándares más estrictos en los laboratorios.

Tres pilares que sostienen la calidad

Los entrevistados coinciden en que la excelencia se sustenta en tres pilares esenciales: la cultura interna, los proveedores certificados y los procesos estandarizados e innovadores.

El primero, la cultura interna, es la base sobre la que todo se construye. “La calidad parte por casa”, enfatiza Olhaberry. Un equipo comprometido, que entienda la importancia de cada paso, garantiza consistencia y evita que el deseo de rapidez afecte el resultado final.

El segundo pilar está en los materiales y socios estratégicos. Trabajar con fabricantes directos y materias primas de alta calidad evita inconsistencias y asegura trazabilidad. “Hay muchos intermediarios en el mercado, y eso puede comprometer la calidad”, advierte el experto.

Finalmente, la tecnología y la innovación constante cierran el triángulo. La implementación de sistemas digitales, como la tecnología freeform, permite optimizar procesos, reducir aberraciones y ofrecer diseños personalizados.

La percepción del paciente: el resultado final

Toda cultura de calidad converge en la experiencia del usuario. Los estudios coinciden: lo que más valoran los pacientes al adquirir sus lentes es la calidad del producto y del servicio. La marca puede olvidarse, pero la experiencia permanece. “La lealtad se construye con la óptica que entrega el lente correcto, en el tiempo prometido y con resultados ópticos superiores”, concluye Olhaberry.

De esta forma, la calidad se convierte en un ciclo virtuoso que fortalece a toda la cadena: laboratorios, ópticas y pacientes. No es solo una estrategia comercial, sino una visión de largo plazo que define el liderazgo en la industria.

 

“Producir lentes que no solo mejoren la visión, sino que reflejen nuestro compromiso con la excelencia y la innovación”, resume Olhaberry, sintetizando el propósito que guía a los laboratorios que aspiran a trascender por su calidad.


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