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La elección del armazón: del gusto del paciente a la asesoría del experto

En el episodio más reciente del programa Tallando Conceptos, emitido en el canal Franja TV, la comunicadora visual Ana Santos, con amplia experiencia en un laboratorio óptico en República Dominicana, conversó con Camila Alvira —una de las directoras del programa— sobre la importancia del asesoramiento técnico en la selección de armazones.

La especialista subrayó que la elección de una montura va mucho más allá de los gustos personales o las tendencias de moda. Es un proceso técnico que impacta directamente en el grosor, el peso, el confort y la calidad visual final de los lentes. Detrás de cada par bien adaptado hay una serie de variables que el profesional debe considerar para garantizar un equilibrio entre estética y desempeño óptico.

Más que estilo: una decisión técnica

Desde la perspectiva del laboratorio óptico, una buena adaptación comienza con el análisis de los parámetros técnicos que definirán el comportamiento del lente.

Una montura mal seleccionada puede alterar el centrado, incrementar el espesor del lente o generar asimetrías visibles. “Un lente bien hecho no depende de que sea bonito, sino de que esté bien calculado y montado”, afirmó.

En graduaciones altas, la selección de una montura inadecuada puede provocar lo que Santos denominó una ‘tortura silenciosa’: lentes desbalanceados, pesados o incómodos que terminan afectando el rendimiento visual y el confort del usuario.

El laboratorio no ve el rostro, ve medidas

Durante la entrevista, Santos explicó un concepto clave que muchos usuarios y algunos profesionales tienden a subestimar: el laboratorio óptico trabaja con datos, no con caras.
Cada lente se fabrica con base en medidas específicas —distancia nasopupilar, altura pupilar y parámetros del armazón— que determinan el punto exacto donde debe ubicarse el centro óptico.

Ese punto define la zona de máxima precisión visual y condiciona el comportamiento del grosor del lente:

  • En miopías, es el punto más delgado.
  • En hipermetropías, es el más grueso.

Por ello, el centrado correcto es esencial para evitar distorsiones, compensaciones prismáticas o espesores innecesarios. “El secreto está en que la pupila quede exactamente donde el lente fue diseñado para funcionar”, enfatizó.

Cuando la moda se convierte en un problema

Santos compartió ejemplos comunes en los que la elección estética compromete el resultado óptico. Las monturas de moda —particularmente grandes o con formas asimétricas— suelen desplazar la pupila respecto al centro geométrico del lente, fenómeno conocido como descentración.

Este error puede producir efectos prismáticos no deseados que afectan el confort visual y alterar el grosor del lente:

  • En lentes positivos, aumenta el grosor central y el peso total.
  • En lentes negativos, incrementa el espesor en los bordes y afecta la apariencia estética.

“El laboratorio puede optimizar el lente dentro de ciertos límites, pero no puede cambiar las leyes ópticas”, advirtió Santos.

Asesoramiento basado en evidencia técnica

La especialista resaltó que la persona que asesora debe actuar como un intermediario técnico entre el laboratorio y el paciente, traduciendo los parámetros de la prescripción en decisiones concretas sobre diseño y ajuste del armazón.

Entre los criterios esenciales mencionó:

  1. Centrado pupilar correcto: eje horizontal y vertical perfectamente alineado.
  2. Proporción adecuada del armazón: evitar calibres excesivos que amplifiquen el espesor.
  3. Material del lente: seleccionar el índice de refracción y la densidad adecuados según la graduación para optimizar grosor, peso y estética.
  4. Puente y apoyo nasal ajustables: los puentes con plaquetas permiten microajustes que optimizan el centrado.
  5. Material de la montura: el acetato es ideal para graduaciones altas, pues permite ajustes térmicos y disimula los espesores.

“El buen asesoramiento no es vender una montura que guste, sino entregar una solución visual que funcione”, puntualizó.

Formación y trabajo conjunto

Finalmente, Santos enfatizó la necesidad de fortalecer la formación técnica de los profesionales en óptica y su comunicación con los laboratorios. Solo a través de un lenguaje compartido —basado en medidas, parámetros y principios ópticos— puede garantizarse la coherencia entre diseño, tallado y montaje.

“El laboratorio no corrige lo que no está bien medido”, afirmó. “Si el asesor conoce cómo se comporta el lente en función de la montura, puede anticipar el resultado y evitar errores costosos”.

Ve el programa completo aquí:

 

El programa deja una lección clara: la excelencia en el servicio óptico no depende solo del diseño ni de la marca, sino del conocimiento técnico aplicado desde la primera fase del asesoramiento.


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