El uso de lentes de contacto esclerales ha crecido de manera significativa en los últimos años, especialmente desde la década de 2010, gracias a su capacidad para corregir casos complejos como el queratocono o las irregularidades corneales postquirúrgicas. Sin embargo, no son una solución universal. En el programa de Franja TV, IACLE titulado Lentes de contacto esclerales: ¿cuándo decir no?, los especialistas Aldo Ortiz y Martín Quirós analizaron las situaciones en las que estos lentes no son la mejor opción y subrayaron la importancia del criterio clínico en la toma de decisiones.
Popularidad y personalización
La evolución tecnológica ha permitido que los lentes esclerales alcancen un alto nivel de personalización, lo que ha aumentado la satisfacción de los pacientes en la mayoría de los casos. No obstante, como enfatizó el Dr. Quirós, “no existe la solución perfecta para todos; cada ojo es distinto”. Esta premisa recuerda que, a pesar de los avances, la adaptabilidad y la experiencia clínica siguen siendo determinantes.
Factores que limitan su uso
Los especialistas coincidieron en que hay múltiples razones por las que un lente escleral puede no ser adecuado:
- Dificultad de manipulación. Pacientes nerviosos, con alergias o con poca destreza para colocarse gotas pueden encontrar demasiado complejo el manejo de un lente escleral.
- Características anatómicas. Hendiduras palpebrales pequeñas o iris visibles reducidos dificultan la inserción y remoción del lente.
- Hallazgos clínicos. En queratoconos leves o córneas que responden bien a otras opciones, un escleral no siempre es necesario.
- Perfil psicológico. Pacientes ansiosos o con experiencias previas traumáticas pueden rechazar este tipo de lente.
- Tiempo en silla. El proceso de adaptación puede ser largo y complejo, afectando tanto la experiencia del paciente como la del profesional.
Diversificación y alternativas
Ortiz y Quirós resaltaron la importancia de que el profesional disponga de un “gabinete” variado de opciones, que incluya lentes híbridos, blandos para queratocono, gas permeables y semiesclerales. Esta diversidad permite elegir la alternativa más adecuada según la anatomía ocular, el comportamiento del paciente y su historial clínico.
El Dr. Quirós destacó el papel de los lentes híbridos, especialmente útiles en queratoconos grado 1 y 2 o en pacientes con malas experiencias previas con gas permeables. Los lentes blandos especializados para queratocono también representan una solución eficaz en casos leves, mientras que los RGP continúan siendo una opción válida para pacientes acostumbrados a ellos.
Educación del paciente
Más allá de la elección del lente, los especialistas insistieron en la importancia de la educación del paciente. Explicar no solo cómo manipular el lente, sino también cómo funciona, es determinante para el éxito de la adaptación. Aspectos como la correcta apertura palpebral, la posición de la cabeza y la fijación de la mirada son claves para una experiencia positiva.
Conclusión
Los lentes esclerales representan una herramienta valiosa en la contactología moderna, pero no deben considerarse la respuesta única. La evaluación integral —que contemple anatomía, topografía, manipulación, comportamiento y expectativas del paciente—, junto con una adecuada educación y la disponibilidad de alternativas, son elementos esenciales para garantizar la mejor calidad de vida visual.
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